José C. Paz

Las Divas de los 80 en Jose C. Paz

El Teatro Municipal de Jose C. Paz tuvo la oportunidad de tener sobre su escenario a las divas de los años 80 ,esa que lograron conquistar las pantallas de TV y Cine y a las cuales el publico nunca olvida.

Con  produccion teatras de «EXTINGUIDAS, secretos de los 80′ «. Una comedia dirigida por el famoso artista Jose Maria Muscari y protagonizada por iconos de los 80 como son : Adriana Aguirre , Noemi Alan , Patricia Dal, Silvia Peyrou , Mimi Pons , Beatríz Salomón , Sandra Smith , Naanim Timoyko , Pata Villanueva .

Cada una de ellas brindaron una noche de recuerdos ; con sus historias de la fama, demostrando sus dotes  escénica están en su mejor momento, y que detrás del glamour , de las plumas , también existen historias triste que hoy son ellas que deciden reírse de si mismas.

Gracias a la dirección de cultura paceña, con Bautísta Portela, la secretaria de gobierno Jose Perez y la gestión de Mario Ishii , que cada mes están redoblando la apuesta en traer espectáculos de primer nivel que solo se podían ver en CABA; hoy los paceños disfrutan  de grandes figuras de la escena nacional.

Es sin dudas uno de los espectáculos más singulares de de las carteleras teatral, cuando un grupo de mujeres decidieron aceptar un desafío: mostrarse, aunque el fuego de su fama se avivó en los ochenta, contar secretos antes sospechados, ejercitar la sinceridad bruta, con todo lo que eso implica. El dolor, renovado noche a noche, de contar lo mas guardado, a veces vergonzante, antes callado, en algunos casos herida abierta que supura cada día de sus vidas.

¿Son valientes o sacrificadas? ¿Lo hacen para sobrevivir o para sentir aunque sea la tibieza del fuego que las abrasó hace tantos años atrás? ¿O se atrevieron porque las convocó un hombre que construyó su propia leyenda: José María Muscari?

Todas estas preguntas tienen su respuesta. Empecemos por el hombre, Muscari. El que nació en el under, nunca ocultó su gusto por lo popular, por las figuras del ayer que gozaron de gran fama, por convocarlas para que cuenten los secretos de su vida. Él mismo primero practicó confesiones ilimitadas, el sincericidio de su vida en no pocos espectáculos. Desbordado, talentoso, sin prejuicios ni telarañas en la cabeza, intelectual y popular al mismo tiempo, siempre un paso adelante, posee una personalidad única.

Aquí, Muscari convocó a mujeres que fueron sex symbols en los 80, que en la mayoría de los casos brillaron al lado de cómicos tan recordados como el negro Olmedo, Jorge Porcel, Darío Vittori, Juan Carlos Calabró. Casi siempre en los equipos de los hermanos Sofovich. O fueron mujeres libres y pasionales, y cuenta una dolorosa intimidad familiar. Igual que Adriana Aguirre, que se abre a contar un deseo dolorosamente incumplido. Patricia Dal no le esquiva al accidente que tuvo. Ni Silvia Peyrou a Cacho Castaña, ni Naanim Timoyko a un pasado de aburrimiento. También está Sandra Smith que es mucho más que un angelito musical. Y una muy marilynesca Mimí Pons, que recuerda a su hermana y revela por qué ella abandonó todo Beatriz Salomón, una leona a quien hirieron muy profundo.

También las actrices tuvieron una alegría y emoción  no esperada, la visita del gran actor  Carlos Perciavalle, quien ademas de sacarse fotos con todos en el teatro , se sentó en el medio del salón disfrutando el talento de las divas de los 80.

El público que asiste es también protagonista: corean con el elenco letras de publicidades, preguntan cosas, chismean muchas veces sin compasión pero porque olvidaron mirarse, y en general celebran un rito atractivo e hipnótico. Sienten una profunda empatía con las mujeres arriba del escenario. Una corriente visceral que tiene que ver con la misma energía que uno pone en sobrevivir.

Ellas, las supuestas extinguidas, están brillantes, sufridas, vencidas, únicas, pero por sobre todas las cosas, son puro fuego. Porque fueron pero también son. Porque la vida nunca pasa en vano. Son mujeres de fuego, como dice la canción. Ganaron, perdieron pero desean renunciar al olvido.  Emocionan, se merecen el aplauso. Que nadie se atreva a apagarlas.

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