Presidencia de la NaciónRedes Sociales

Ellos Son Yo

  • Copyright  DIARIO  INTENDENCIAS  B.A 2017.Todos los derechos reservados . Por favor no corte ni pegue en la web nuestras notas, tiene la posibilidad de redistribuirlas usando nuestras herramientas.

EL Trío «Ellos Son Yo..»; son el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y sus dos vicejefes coordinadores, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Como el propio jefe del Estado los definió frente a todo su equipo en la última reunión de gabinete ampliada del año pasado: «Son mis ojos y mi inteligencia, y cuando ellos piden algo lo estoy pidiendo yo». Los que no dieron relevancia o interpretaron equivocadamente ese mensaje presidencial salieron eyectados del Gobierno. «Casi todos entendieron el significado de esas palabras, pero algunos no terminaron de comprehender… Con hache», dijo a la nación uno de los hombres con acceso diario al despacho del Presidente.

Marcos Peña «es el corazón del Presidente».Según uno de los secretarios de Estado con acceso irrestricto al despacho presidencial, en los últimos meses, Mauricio Macri lo enalteció dos veces. La primera, al cierre del retiro de Chapadmalal del primer fin de semana de diciembre, cuando anunció sentado a su lado que las prioridades de la gestión de este año serían monitoreadas por la Jefatura de Gabinete. Hay dos interpretaciones del contundente respaldo del Presidente a su jefe de Gabinete. La primera es que Macri no hizo otra cosa que ratificar la creciente influencia del funcionario en el Gobierno. La segunda, que tuvo que darle un espaldarazo para cortar en seco la oleada de internas y corrillos de pasillo, fogoneados en parte por el llamado «círculo rojo», que lo tenían a Peña en el centro del debate.

Peña no es Horacio Rodríguez Larreta ni encarna el prototipo de los últimos jefes de gabinete: esquiva la gestión -no va a las reuniones de seguimiento habituales- y mira de costado a la política de costado. Por momentos la menoscaba. Lo suyo es el relato. En eso, y en especial en la consideración de Macri, es imbatible.

Peña -el capitán del equipo presidencial del fútbol de los miércoles de Olivos- tejió en los últimos años una relación simbiótica con Jaime Durán Barba, el histórico gurú ecuatoriano del PRO con el que comandó la estrategia de la candidatura de Macri a contramano de gran parte de la mesa chica macrista que iba en otra dirección. En especial por la negativa a conformar una alianza con Sergio Massa, que Peña disfrutó como pocos.

La construcción del relato ideado por Peña fue exitosa al menos en términos cuantitativos. El Presidente cerró el año con una imagen envidiable si se tiene en cuenta que el Gobierno terminó el 2016 con casi todos los indicadores económicos en rojo y con casi ningún cambio estructural para mostrar. La comunicación elaborada por el jefe de Gabinete fue aún más exitosa cuando se toman las expectativas para el próximo año: la sociedad cree que la situación social y económica no es buena pero que va a mejorar. La comparación con la anterior gestión fue fundamental para la actual administración. Por algo la estrategia de Peña es confrontar con Cristina Kirchner. En las próximas semanas, el funcionario sumará bajo su órbita el control total de las encuestas a través de un convenio marco en el que inscribirán a todas las encuestadoras y que saldrá publicado a través de una resolución oficial. Ningún ministerio debería desconocer ese convenio a la hora de contratar sondeos.

El jefe de Gabinete, el más poderoso de los funcionarios, se convirtió además en un sostén emocional del Presidente. Un consejero privilegiado. Ya había trabado esa relación en la Ciudad; la consolidó con su arribo a Nación. Honesto -es unánime la percepción interna de su sana relación con el dinero- y por momentos secretista en sus pensamientos, Peña supo forjar un nexo de respeto con Emilio Monzó -uno de los abanderados del ala política del PRO- y con Rogelio Frigerio, el ministro más político del gabinete. Desmesurado o no, su modelo de conducción contribuyó a alimentar el mito de que enfrentarlo no es la mejor de las opciones.

Peña fue el jefe de la campaña presidencial que coronó a Macri y ocupará el mismo rol en las elecciones de medio término de este año, en las que Cambiemos deberá revalidar el triunfo del 2015 para proyectar una gestión de dos mandatos. Peña fue y será el cerebro comunicacional pero no el financiero: la recaudación de aportes, que en el 2015 superó por mucho los límites fijados por ley, es todavía una incógnita de cara a las legislativas de agosto. Fue parte de la charla que mantuvo, asado mediante, con la cúpula del PRO en la sede porteña de Balcarce y Belgrano, la semana pasada.

La principal inquietud se concentra en la provincia de Buenos Aires, el distrito más trascendente y uno de los que más críticos del liderazgo de Peña. «La Casa Rosada no tiene ni idea de lo que es domar al peronismo de esta provincia», se despachó ante Infobae un importante colaborador político de María Eugenia Vidal. Es de los que cree que el jefe de Gabinete de Macri menosprecia la política. Que la subestima.Y que esa subestimación corroe internamente. Es, además, de los que alimenta, por ejemplo, los rumores de una alianza táctica entre Monzó y Carrió para una eventual candidatura de «Lilita» en territorio bonaerense.Vidal, que supo recelarse con Peña y que construyó un buen vínculo con Federico Suárez, los ojos del jefe de Gabinete en la Provincia, prefiere prescindir electoralmente de la líder de la Coalición Cívica. La misma prescindencia que busca Rodríguez Larreta.

“Este espíritu es algo que se trae más de la empresa que de la política”, aseguran quienes vienen de la originaria Fundación Creer y Crecer que empezó a gestar al PRO. La frase del Martín Fierro que descansa en la antesala de los despachos de Quintana y Lopetegui en Casa Rosada (“Si los hermanos se pelean los devoran los de afuera”), parece regir el actual gobierno. Lo explican con metáforas del mundo del rugby. Dicen sentirse como los “hookers” que sostienen el scrumpara que se luzca tal vez alguno que haga el try, flaquito, corriendo por un costado. Alli entra en escena Paula Bertol.

En 2005 Bertol fue electa como Diputada Nacional del PRO por la Ciudad de Buenos Aires. Su primer mandato concluyó en diciembre de 2009 y fue reelecta para un segundo mandato, que culminó en diciembre de 2013. Hoy es Directora Nacional de la Escuela de Formación de Dirigentes Políticos del PRO ,semillero que tiene como finalidad impartir conocimientos políticos y difundir la «identidad Pro» entre candidatos jóvenes de todo el país y actualmente es Secretaria de Relaciones Parlamentarias y Administración de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación, desde diciembre de 2015. Como dicen en el Congreso de la nación sobre la relación Peña-Bertol,  «Ella es la numero 1 del numero 2 del pais». Bertol trabaja incansablemente para mantener el flujo parlamentario y es una de las carta bajo la manga de Peña para el 2019.

La conclusión ,el valor de la “gestión” de Peña, al frente de un gobierno de CEOs, pareciera ser todo: usar un presupuesto, bajar los gastos, ser eficientes, son sus máximas junto a otras más abstractas, casi de líder espiritual, que repiten convencidos: confiar, empujar para el mismo lado, sinceridad y humildad para dejar de lado el brillo personal. Definitivamente Peña es el superministro de Macri.

 

Segunda parte del equipo «Ellos Son Yo..»

Mario Quintana y Gustavo Lopetegui son los otros dos ases de bajo de la manga del presidente. Además de amigos del presidente, son los jefes de los ministros y con un labor administrativo clave. Son intermediarios entre el trabajo de Peña y los funcionarios, designan las partidas económicas, les exigen los resultados, les piden mayor gestión y de alguna manera sondean el clima de Gobierno.

Quintana coordina al ministerio de Educación, Desarrollo Social y Seguridad. A su vez, también es la línea de financiación de Aerolíneas Argentinas e YPF. Por su parte, Lopetegui tiene bajo su ala de acción al ministerio del Interior, Energía y Minería, Hacienda y Transporte.

Metodología de gestión

Ninguno del Trío «Ellos Son Yo..» eran ni son amigos de Carlos Melconian que no los considera pares para discutir sobre economía. Pero fueron los que dos meses después convencieron a Macri que debía echarlo del Gobierno. Y Macri lo echó.

Cualquiera imagina que deben haberle llevado una larga lista de quejas. Algunas desde el comienzo mismo del Gobierno, cuando le ordenaron a Melconian que abandonara su costumbre de hablar. Eso quería decir que dejara de criticar cosas que ellos hacían y que Melconian consideraba mal hechas.

Melconian lo hizo a su manera: paró de hablar en público aunque nunca del todo y paró menos de hablar en privado. A veces o bastantes veces cosas que decía en privado terminaron por volverse públicas.

Si fuese por Peña, los ministros y los funcionarios tendrían que llamarse a silencio a menos que les indiquen que tienen que hablar. Así entiende la comunicación el jefe de la comunicación oficial.

Hubo en este tiempo muchos enojos con lo que Melconian opinaba o con lo que decían que Melconian opinaba. ¿Y qué opinaba Melconian? Por ejemplo que el gasto público se achicaba muy poco o que directamente no se achicaba. Que se habían desperdiciado los beneficios de la devaluación. Y que el Gobierno no tenía una primera espada para guiar la gestión económica fraccionada en siete ministerios que ahora son ocho.

Hubo dos gotas que colmaron el vaso. La primera cayó en diciembre cuando el Gobierno le pidió al Nación una parva de plata para tapar el agujero fiscal y Melconian corcoveó. Peor fue la segunda: se cortó solo con los aumentos salariales para los bancarios, por encima de la pauta fijada por Macri.

Parte de esto explica por qué Melconian terminó llevado en andas por los empleados y por qué Palazzo, el ultracristinista jefe del gremio, lo despidió como “un gran presidente del Nación”. También llovieron elogios de algunos de los que lo echaron. Previsibles elogios post mortem. Y elogios curiosos: el PRO pone la gestión por delante de todo y a un funcionario que dice hizo una muy buena gestión lo echa. De otras gestiones que teclean, mutis. Lo que más vale es estar alineado.

A el Trío «Ellos Son Yo..», no les tiembla el pulso, si un funcionario se tiene que ir ; se va.

Todos los cambios tienen un mismo objetivo: reforzar y aceitar el funcionamiento del equipo, siempre bajo la atenta mirada y el acompañamiento de Peña, Quintana y Lopetegui. Todo pasa por el tridente que puso Macri para seguir el minuto a minuto de la gestión.

«Lo que más me preocupa es que el equipo funcione. Ésa es la única manera de que el Estado funcione. Nuestro objetivo es poner el Estado al servicio de la gente, no de la política», agregó otro de los privilegiados funcionarios que hablan a diario con Macri.

«Cada vez que creamos que el equipo puede mejorar, si no hay resultados haré otros cambios», anticipó hace casi dos semanas en una entrevista radial el Presidente. ¿Se terminaron los cambios por el verano?, preguntó la nacion a uno de sus principales colaboradores. Sólo Macri puede responder esa pregunta, se excusó. Con los nuevos cambios, el Presidente ratificó el nuevo mensaje a su tropa: no hay intocables.

El mensaje del mandatario frente al auditorio del CCK y la inclusión de Lopetegui y Quintana como sus «ojos» e «inteligencia» esconde, de todos modos, la principal debilidad del jefe de los ministros: su escaso interés por la gestión. Peña, que disimuló a la perfección su ambición ilimitada en los últimos años, cambió debilidad por fortaleza: estrechó el vínculo con sus vicejefes, los auditores ministeriales que acumularon poder durante el segundo semestre pasado.

«Esto es como una probation de dos años», se sinceró Peña los últimos meses ante un puñado de colaboradores en su oficina del primer piso de la Casa Rosada, pegada a la del jefe de Estado, en la que sobresale un recipiente de vidrio repleto de caramelos Sugus. La referencia apunta a las críticas a su modelo de liderazgo, que el funcionario suele definir como «contracultural» -si fuera por él jubilaría a una enorme porción del sistema político y empresario-, y en particular al «círculo rojo», que se hartó de criticar su estilo en privado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *